miércoles, 11 de julio de 2012

El analista subjetivo


Antes que empiece a leer y se aburra en el primer párrafo les acerco una intro: En las líneas que siguen propongo “humanizar” al analista de sistemas. Invito a pensar que no sólo el cliente tiene expectativas sobre el software que solicita, sino que el analista también las tiene y ser consciente de esto puede evitar muchas demoras y sobrecostos.

Como mucha bibliografía advierte y la experiencia lo demuestra, la etapa de análisis es la más importante del ciclo de vida de un software. Esto es lógico ya que en esta etapa se establece qué es lo que tenemos que hacer… en las demás podemos cometer errores sin que esto implique el fracaso del proyecto, en todo caso estamos haciendo lo correcto de manera incorrecta. Pero si un desarrollo está basado en un mal análisis, básicamente no estamos haciendo lo que el cliente necesita, por mas bien que lo hagamos.

Es ahí donde entra en juego el analista o quién se encargue de la ingeniería de requisitos: un ser frio y calculador, completamente objetivo, sin expectativas personales mas que dejar feliz al cliente, un cirujano con brazo mecánico, Mr. Spok ejerciendo el psicoanálisis. O por lo menos ese es el ideal que presentan varios autores de alta talla como Roger Pressman.

Lo cierto es que el analista es tan humano como el cliente (aunque comúnmente se considere que el cliente es un ignorante y el analista es 100% empático). Es indiscutible que un buen profesional debe entrenar esa empatía que le permite ver mas allá de las palabras rescatadas de un par de entrevistas, pero la expectativa sobre los emprendimientos es inherente al ser humano.

Es por eso que desde este espacio propongo una nueva herramienta de ingeniería de software... Una más de las ya incontables existentes. La herramienta del sincerarse, mediante la cual en reuniones previas al comienzo de la recopilación de requisitos todos los interesados en el proyecto, incluyendo analistas y project managers, se sinceren describiendo, documentando y compartiendo con los demás las expectativas que tienen sobre el proyecto, tanto desde el punto de vista profesional cómo el económico, pero además (y mucho más importante) sobre su visión del producto terminado, a fin de negociar y reducir las diferencias antes de comenzar un análisis con juicios previos.